Vivir en un baile de máscaras

No hace mucho tuve la oportunidad de compartir verdades personales con alguien, de liberar ciertas cargas, de realizar un ejercicio de honestidad y proporcionarnos una paz, compresión y claridad mutua necesaria en ese momento. Eso me ha hecho recordar de nuevo a nuestras amigas las máscaras, y aunque ya las he nombrado en otras entradas, tienen tantos matices, son tan bonitas algunas, tienen tantos colores y adornos, nos ayudan tanto a escondernos, a fingir que todo está bien y perfecto, y cuando nos la ponemos ya estamos invitados al baile y somos aceptados en el grupo, la manada, que a su vez llevan sus máscaras y en consecuencia al final no se sabe quienes somos los unos y los otros. Pero da igual por que nos aceptan y nos quieren, ¿seguro?
No hay mayor ciego que quien no quiere ver o verse.
La verdad os hará libres dijo un maestro una vez y otros dirán si, pero duele y puedes perder, bueno, por un lado depende de como se diga, con serenidad, respeto y asertividad, o con culpa, rencor y poco o ningún respeto, en esta última instancia la verdad se convierte en ataque y defensa y pierde una gran parte de ser realmente verdad.
En cualquier caso lo que se ha de perder se pierde y a veces es lo mejor que nos puede pasar, esconder o esconderse pensando que se puede evitar un mal mayor, o que podemos conservar así lo que queremos, es como guardar un saco de piedras debajo de una alfombra, más tarde o más temprano la persona tropieza, cae, se percata de que el saco está ahí y como se ha echo daño su reacción puede ser peor. Esconder, justificar, engañar, hace que la perdida se produzca igualmente con más dolor aun si cabe, como ocurre al tropezar y caer, pues de echo caen muchas cosas y cuando caen pueden o no volverse a levantar, pero en cualquier caso no será como antes. Hay engaños que son como las hojas en otoño, las que han caído no vuelven al árbol.
A veces nos hablan con educación y con respeto y como no nos interesa oír lo que nos están diciendo nos incrustamos con más fuerza la máscara que se convierte en un yelmo, lo acompañamos de la espada y el escudo y nos perdemos aun más a nosotros mismos.
Hay quienes se identifican tanto con su máscara, con su auto engaño, se sienten tan cómodos o se convencen tanto de que ya no ahí otro camino, que forma parte de su propio rostro y de su propio ser y como ocurría en aquella película titulada precisamente "La máscara" de Jim Carrey, hay un momento en que arrancársela se hace muy difícil.




Imagen digitalizada basada en una obra de Rosa de Soto (Ángel Bemol)

"No se trata de olvidar, ni ocultar, se trata de sanar. Lo que se entierra hecha raíces y crece por algún lado, para bien o para mal"

¿A que tienes miedo?


Ilustración de Rosa de Soto (Ángel Bemol) todos los derechos están reservados

"A pesar de que tenemos alas para volar sobre él, tememos saltar hacia nuestro abismo."

El mundo entre arcenes y carreras

Vivimos entre la inmediatez y la anticipación, entre mejor "lo dejo para mañana" o "el quizá algún día", llega la hora de llenar vacíos y nos cuesta una barbaridad hacerlo estando "presentes" y puedo decirlo claramente y con propiedad pues también he pasado por ahí. Tal vez consigue que me vaya salvando, la creatividad.
Admitir todo aquello que nos bloquea o nos distrae, lo que nos hace estar en un estado de inquietud y ansiedad constante es dar un gran paso. Y en este mundo en el que vivimos, excusas y motivos que nos bloqueen o nos distraigan podemos encontrar muchos.
A la contra, la angustiosa necesidad de llegar cuanto antes, de conseguirlo cuanto antes, es el caldo de cultivo de los abandonos prematuros y las frustraciones.
Tanto si nos fabricamos excusas, obstáculos, así como si vamos como los burros con orejeras o como los toros sin tener en cuenta lo que hay delante, detrás y a los lados, y voy sea como sea y con lo que sea, nos alejamos igualmente del camino verdadero. El primero nos deja constantemente esperando en el arcén y el segundo yendo tan rápido y con tanta ansia que no disfrutamos del paisaje.
Pero admitamos y solucionemos cada cosa de una en una, sin prisa pero sin pausa, sin ansiedad ni expectativas.
Por ejemplo ¿Necesitéis que esté constantemente por aquí?, ¿Necesitáis consumir todo lo que hay por aquí?, ¿La dosis cada poco tiempo?, ¿Lo necesitáis?
Lo siento, cada estación tiene su proceso y la sombra tiene sus momentos de hibernación y gestación en silencio para cuando le toque salir a la luz, como las mariposas.


Imagen digitalizada basada en una obra de Rosa de Soto (Ángel Bemol)

"La oscuridad gesta lo que será luz en primavera"