De inviernos y soledades

Hoy decido en el último mes considerado invernal, en un día que se festeja la candelaria y la luz de la primavera que está a punto de llegar, la fiesta de la luz que fue importada de nuevo de la tradición celta y asimilada por el cristianismo, hablar del invierno. Este es mi mes, el mes en el cual nací en mi forma humana, de echo lo estrené, el 1 de febrero abrí los ojos a este mundo a caballo entre la oscuridad y la luz, vine a este mundo en esa frontera entre lo que muere y está por nacer, los celtas celebraban ese paso de la oscuridad a la nueva luz entre el 1 y el 2 de febrero, le rendían culto a su diosa más importante, a la naturaleza, las estaciones y ese proceso energético vital y necesario. 
Habló ahora del invierno y su función con cierta nostalgia pues donde yo me encuentro, apenas hemos sentido el invierno.
La energía que trae la estación del invierno es la de dejar que las cosas plantadas maduren en el silencio, en la soledad. Por mucho que a veces nos cueste asumirlo, entenderlo, se nace y se crece solo. Cuando pedimos permiso para crecer rara vez somos aquello que deberíamos haber sido. Estamos viviendo esperando o tolerando el permiso de otros para crecer, de gobernantes, amigos, padres, maestros, etc.
Este es el último mes del invierno, un invierno extraño que se ha encontrado fuera de lugar, porque nuestro particular invierno no siempre parece encontrar su sitio para ser, donde apenas ha habido lluvia, emoción, donde la madre tierra ha emitido un quejido más profundo y la luz ha querido estar más presente como un aviso, o una señal.
El proceso sigue seamos conscientes o no de él y nos encontramos en la situación de decidir parir las semillas o dejarlas morir, que ese dar a luz sea con dolor o con fluidez.
Acompaño esta entrada de una obra pictórica y poco más, sin frase, sin palabras añadidas, no considero que esta vez sea necesario. El título que decidí darle a esta obra fue "Hay silencio en los inviernos", y el invierno llega para que tras perder, soltar y dejar caer, el silencio y la soledad te invita a escuchar, a observar, si se está dispuesto, lo que pueda indicarte cual es la próxima dirección.


Hay silencio en los inviernos

Obra pictórica de Rosa de Soto (Ángel Bemol)