¿Y el amor?

Vemos la primavera como la estación del amor y tampoco es tan descabellado considerarlo así, el amor tiene la capacidad de equilibrarlo todo, la belleza se despliega ante nosotros como nunca y su contemplación nos proporciona paz. Veo el amor de este modo, como ese paisaje que desearías contemplar toda tu vida, situar tu casa y tu existencia frente a él para siempre, y pese a las huellas y los cambios que dejen en él las estaciones, con sus lluvias, nieve, viento y tormentas, te parezca hermoso siempre. Te asomas a tu ventana y disfrutas y comprendes cada cambio, te deleitas comprendiéndolos, aprendiéndolos, y sigues observando sin poseer, sin pretender abarcar, ni cambiar a tu modo el paisaje.
Quienes aman aceptan los paisajes y la naturaleza de las cosas tal y como son. 
Una lección que me debo a mi misma en este momento, más aún después de haberse producido un choque de egos recientemente en mi vida, uno de ellos, el mio propio. A veces surge la claridad del error y con ello la certeza absoluta de lo que debe acabarse. El aprendizaje es continuo y hay etapas que deben cerrarse, personas que hay que dejar donde están, como están, no volver a ellas y seguir adelante, bendiciendo y amando esos momentos para que no se produzcan otra vez. Todo es perfecto tal y como es, tiene un propósito, incluso la tormenta y tras ella la certeza también de que hay un sol y ambos son un acto de amor, para el equilibrio de las cosas.


Imagen digitalizada basada en una obra de Rosa de Soto (Ángel Bemol)

"Cuando pretendes cambiar, manipular, convencer, adoctrinar, domesticar y educar, no lo estás amando"